Definición de gestión ajustada
La gestión ajustada (Lean Management) es un enfoque integral de gestión que se utiliza para aumentar la productividad y la eficiencia en las empresas. Se basa en un enfoque sistemático que utiliza diversos métodos y técnicas para optimizar los recursos, eliminar los residuos y mejorar el rendimiento de la empresa. La gestión ajustada es un enfoque basado en el principio de "producción con cero defectos". Esto significa que cada proceso de producción se diseña de manera que, en la medida de lo posible, no se produzcan errores. El objetivo de la gestión ajustada es optimizar los procesos de manera que se consiga el mayor valor añadido posible. Concentrándose en lo esencial, se pretende mejorar drásticamente tanto la calidad del producto como el tiempo de producción.
El concepto «Lean» tiene sus raíces en el sistema de producción Toyota (TPS), desarrollado después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los años 50 y 60, por Taiichi Ohno y sus colegas en Toyota. Desde el principio, el objetivo era reducir los costes, aumentar la eficiencia y mejorar la calidad para lograr una mayor satisfacción del cliente. Toyota estableció métodos como el «justo a tiempo» y el «jidoka», que permitían alcanzar una gran flexibilidad y calidad en la producción con un mínimo esfuerzo. Estos principios llevaron a Toyota a alcanzar una calidad y una satisfacción del cliente excepcionales con unos costes reducidos, una promesa fundamental de la gestión lean. Originario de la industria automovilística, el enfoque Lean se aplica ahora en la industria manufacturera, el comercio minorista, el sector servicios e incluso en ámbitos como la sanidad o la administración pública. Sus principios universales (orientación al cliente, reducción del desperdicio y mejora continua) pueden aplicarse en todos los sectores, lo que explica la popularidad duradera de este concepto.
Un principio básico de la gestión ajustada es situar el beneficio del cliente en el centro de todas las decisiones. Para lograr este objetivo, las empresas deben identificar y analizar los procesos que no contribuyen directamente al beneficio del cliente. Estos procedimientos deben eliminarse o modificarse para crear más valor para el cliente. Además, la gestión ajustada exige una mejora continua de los procesos de la empresa -tanto en términos de calidad como de eficiencia- en lugar de que todo gire en torno a un aumento puntual de los beneficios.
La gestión ajustada es, por tanto, un método muy eficaz para que las empresas mejoren su eficiencia de costes y su rendimiento a largo plazo. No sólo ayuda a reducir los residuos y ahorrar costes, sino que también aumenta el rendimiento global de la empresa y la satisfacción del cliente. [2]